Contexto

Un amplio número de territorios poco cohesionados de la Europa Central repartidos por lo que ahora se conoce como Alemania, Austria, Suiza, Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checa, a lo que se añadió el actual este de Francia, Norte de Italia y Oeste de Polonia formaban entre los años 962 y 1806 el Sacro Imperio Romano Germánico. Esta unión política buscaba simplemente unir a una serie de naciones bajo unas bases católicas cristianas-romanas siendo el Papa, hasta 1508, quien debía sancionar en último término la elección del Emperador.

En realidad el Emperador era una figura simbólica. Desde el siglo XII el verdadero control político lo ejercían líderes locales, ya fueran nobles o eclesiásticos, a los que hasta la Paz de Westfalia de 1648 la máxima autoridad del imperio cedía el gobierno. Algunos de ellos, como el arzobispo de Colonia, formaban parte de los siete electores que desde la promulgación de la Bula de Oro en 1356 elegían a los reyes alemanes.

A la sombra de la nobleza y la Iglesia, la incipiente burguesía forma las asociaciones económicas o gremios (hansa en alemán) que empiezan a influir en la vida ciudadana donde el comercio es la principal actividad económica. En su organización puede vislumbrarse el germen de los futuros sindicato. Los gremios tenían entre sus finalidades adquirir privilegios para sus miembros anulando la competencia fijando unos precios a partir del control del volumen y los costes de producción y estableciendo asociaciones comerciales entre diferentes ciudades como la Liga Hanseática.

Al iniciarse el siglo XV ya existen en Europa más de una cincuentena de universidades, las más prestigiosas eran llamadas Studium Generale, convertidas ya en los principales centros de producción del saber y divulgación de ideas. El hecho que el latín sea la lengua en la que se estudiaba en ellas y la existencia de una gran movilidad de profesores supuso la difusión del saber así como de los libros entre los diferentes territorios donde se ubicaban estos centros.

Hasta la invención de la imprenta, hacia 1440, el libro es un objeto único y muy caro por el valor del pergamino que solo está al alcance de universidades, iglesias y nobles. Son pequeñas reliquias, algunas de ellas prohibidas, que circulan de un territorio a otro a través de las diferentes rutas comerciales que van abriéndose y del intercambio de profesores y alumnos de las universidades.

El humanismo de Dante, Petrarca y Bocaccio lleva ya casi un siglo impregnando la cultura del resto de territorios del Sacro Imperio Romano Germánico como contraposición al pensamiento escolástico que había dominado la enseñanza durante buena parte de la Edad Media. Es una corriente filosófica que propugna la formación integra del hombre en todos los aspectos recurriendo a las fuentes grecolatinas y la consideración de que su inteligencia es el valor superior.